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EGO

Publicado: 10 septiembre, 2016 en educación, Uncategorized
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Siete pasos para eliminar el ego…

Publicado: 13 diciembre, 2015 en filosofia, Uncategorized
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1.- No te sientas ofendido.
La conducta de los demás no es razón para quedarte inmovilizado. Lo que te ofende solo contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte ofendido, las encontrarás cada dos por tres.
Sentirse ofendido crea la misma energía destructiva que te ofendió y que lleva al ataque, al contraataque y a la guerra…
 
2.-Libérate de la necesidad de ganar.
Al ego le encanta dividirnos entre ganadores y perdedores. Empeñarte en ganar es un método infalible para evitar el contacto consciente con la intención. ¿Por qué? Porque, en última instancia, es imposible ganar todo el tiempo. Siempre habrá alguien más rápido, más joven, mas fuerte, más listo y con más suerte que tu, y siempre volverás a sentirte insignificante… y despreciable.
 
3.- Libérate de la necesidad de tener razón.
El ego es fuente de conflictos y disensiones porque te empuja a hacer que los demás se equivoquen. Cuando eres hostil, te has desconectado de la fuerza de la intención. El Espíritu creativo es bondadoso, cariñoso y receptivo, y está libre de ira, resentimiento y amargura.
 
4.-Libérate de la necesidad de ser superior.
La verdadera nobleza no tiene nada que ver con ser mejor que los demás. Se trata de ser mejor de lo que eras antes. Céntrate en tu crecimiento, con constante conciencia de que no hay nadie mejor que nadie en este planeta.
 
5.-Libérate de la necesidad de tener más.
El mantra del ego es más. Por mucho que logres o adquieras, tu ego insistirá en que no es suficiente. Te verás luchando continuamente y eliminarás la posibilidad de alcanzar la meta, pero en realidad ya la has alcanzado, y es asunto tuyo decidir cómo utilizar el momento presente de tu vida. Irónicamente, cuando dejas de necesitar más, parece como si te llegara más de lo que deseas.
Como estás desapegado de esa necesidad, te resulta más fácil transmitírselo a los demás, porque te das cuenta de lo poco que necesitas para sentirte satisfecho y en paz.
 
6.-Libérate de la necesidad de identificarte con tus logros.
Puede resultar un concepto difícil si piensas que tú y tus logros sois lo mismo… Y ya oigo las protestas de tu ego, pero sigue sintonizado con esta idea. Todo emana de la Fuente. Tú y tu Fuente sois uno y… ¡lo mismo! No eres ese cuerpo y sus logros.
Eres el observador. Fíjate en todo y agradece las capacidades que te han sido concedidas, la motivación para lograr cosas y las cosas que has acumulado, pero atribúyele todo el mérito a la fuerza de la intención que te dio la existencia y de la que formas parte materializada.
 
7.-Libérate de tu fama.
La fama que tienes no está localizada en ti, sino en la mente de los demás y, por consiguiente, no ejerces ningún control sobre ella. Si hablas con treinta personas, tendrás treinta famas distintas. Conectarse a la intención significa escuchar los dictados de tu corazón y actuar basándote en lo que tu voz interior te dice que es tu meta aquí. Si te preocupas demasiado por cómo te van a percibir los demás, te habrás desconectado de la intención y permitido que te guíen las opiniones de los demás. Así funciona el ego….
 
 
El mayor placer de una persona inteligente es aparentar ser idiota delante de un idiota que aparenta ser inteligente…

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Si crees que es más «espiritual» andar en bicicleta o utilizar el transporte público para moverse, eso está bien, pero si juzgas a alguien que conduce un auto, entonces estás en una trampa del ego.

Si crees que es más ‘espiritual’ no ver la televisión porque crea problemas en tu cerebro, eso está bien, pero si juzgas a quienes todavía la ven, entonces estás en una trampa del ego.

Si crees que es más «espiritual» evitar chismes o los medios de comunicación, pero juzgas a aquellos que leen estas cosas, entonces estás en una trampa del ego.

Si crees que es más ‘espiritual’ hacer Yoga, convertirse en vegetariano, comprar solo alimentos orgánicos, comprar cristales, reiki, meditación, usar ropa «hippies», visitar templos y leer libros sobre iluminación espiritual, pero enjuicias a quien no hace esto, entonces tu estás atrapado en una trampa del ego.

Estar siempre consciente para sentirte superior. La idea de que tú eres superior es la indicación más grande que te encuentras en una trampa de tus egos. El ego quiere venir a través de la puerta de atrás.
Tendrás una idea noble, cómo empezar el yoga y luego cambia, para servir al objetivo de sentirte superior a los demás.

Empezarás a menospreciar a aquellos que no están siguiendo tu «camino espiritual». Superioridad, juicio y sentencia. Estas son las trampas del ego.

Mooji.

La felicidad verdadera

Publicado: 28 diciembre, 2013 en Uncategorized
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“En la sociedad moderna casi todos evitamos entrar en contacto con nosotros mismos;
queremos tener contacto con otras cosas como la religión,
los deportes,
la política,
un libro:
deseamos olvidarnos de nosotros mismos.
Cada vez que tenemos tiempo libre, permitimos que nos invada otra cosa,
nos abrimos a la televisión y dejamos que nos colonice.

Mucha gente piensa que el entusiasmo es felicidad….

Pero cuando usted es emocionado usted no es pacífico.
La felicidad verdadera se basa en paz.
Cuando somos conscientes,
profundamente en contacto con el momento presente,
nuestra comprensión de lo que está pasando se profundiza,
y comenzamos a estar llenos de aceptación, alegría, paz y amor.”

~Thich Nhat Hanh~

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Kim Eng: Durante mis viajes, una de las preguntas más frecuentes que me hacen es «¿Qué se siente al tener una relación con un ser iluminado?» ¿Por qué esta pregunta?  Tal vez ellos tienen la idea o la imagen de una relación ideal, y quieren saber más sobre ello. Tal vez sus mentes quieren  proyectarse a un futuro en el que ellos también estarán en una relación ideal y se encontrarán a sí mismos a través de ella.

¿Qué se siente al tener una relación con un ser iluminado? Siempre que tengo la idea en mi cabeza «Tengo una relación» o «estoy en una relación», no importa con quién, sufro. Esto lo he aprendido.  Con el concepto de «relación» vienen expectativas, recuerdos de relaciones pasadas, y además conceptos mentales condicionados personales y culturales de lo que una «relación» debería ser. Después trataría de hacer que la realidad se ajustase a estos conceptos. Y nunca lo hace. Y vuelvo a sufrir. La cuestión del asunto es: no hay relaciones. Sólo existe el momento presente, y en el momento sólo hay un relacionarse.

Cómo nos relacionamos, o mejor dicho cómo de bien amamos, depende de lo vacíos que estamos de ideas, conceptos, expectativas. Recientemente, le pedí a Eckhart que dijera unas pocas palabras sobre la búsqueda de «relaciones amorosas» del ego. Nuestra conversación fue profundizando rápidamente para referirse a algunos de los aspectos más profundos de la existencia humana. Esto es lo que dijo:

Eckhart Tolle: Lo que convencionalmente llamamos «amor» es una estrategia del ego para evitar rendirse. Estás buscando a alguien para que te dé eso que sólo puede venirte en el estado de rendición. El ego utiliza a esa persona como un sustituto para no tener que rendirse. El idioma español es el más honesto a este respecto. Utiliza el mismo verbo ‘querer’, para decir «te amo» y «te quiero». Para el ego, amar y querer (desear) son lo mismo, mientras que el amor verdadero no tiene ningún deseo, ningún deseo de poseer o que tu pareja cambie. El ego escoge a alguien y lo hace especial. Utiliza a esa persona para tapar el constante sentimiento subyacente de descontento, de «no suficiente», de ira y odio, que están estrechamente relacionados entre sí. Estas son facetas de un sentimiento profundamente arraigado subyacente en los seres humanos, que es inseparable del estado egoico.

Cuando el ego escoge algo y dice «yo amo» esto o aquello, es un intento inconsciente de ocultar o eliminar los sentimientos profundos que siempre acompañan al ego: el descontento, la infelicidad, la sensación de insuficiencia que es tan familiar. Por un tiempo, la ilusión realmente funciona. Pero entonces, inevitablemente, en algún momento, la persona que has elegido, o has hecho especial a tus ojos, deja de funcionar como una tapadera para tu dolor, el odio, el descontento o la insatisfacción que tienen su origen en la sensación de insuficiencia y de sentirse incompleto. Entonces, surge la sensación que estaba oculta, y se proyecta sobre la persona que había sido elegida y hecha especial – quien pensabas que en última instancia iba a «salvarte». De repente, el amor se convierte en odio. El ego no se da cuenta de que el odio es una proyección del dolor universal que sientes dentro. El ego cree que esta persona es la causa del dolor. No se da cuenta de que el dolor es el sentimiento universal de no estar conectado con el nivel más profundo de tu ser – no ser uno con uno mismo.

El objeto del amor es intercambiable, tan intercambiable como el objeto del deseo egoico. Algunas personas pasan por muchas relaciones. Se enamoran y desenamoran muchas veces. Aman a una persona por un tiempo hasta que ya no funciona, porque ninguna persona puede de forma permanente ocultar ese dolor.

Sólo la rendición puede darte lo que estabas buscando en el objeto de tu amor. El ego dice que la rendición no es necesaria porque amo a esta persona. Es un proceso inconsciente, por supuesto. En el momento en que aceptas completamente lo que es, algo dentro de ti emerge que había sido ocultado por el deseo del ego. Es una paz innata que mora en el interior, quietud, vitalidad. Es lo incondicionado, lo que eres en tu esencia. Es lo que habías estado buscando en el objeto de amor. Es tú mismo. Cuando esto sucede, un tipo completamente diferente de amor está presente, que no está sujeto al amor/odio. No elige a una cosa o una persona como algo especial. Es absurdo incluso usar la misma palabra para eso. Ahora bien, puede suceder que, incluso en una relación normal amor/odio, de vez en cuando, introduces el estado de rendición. Temporalmente, brevemente, sucede: experimentas un profundo amor universal y una plena aceptación que a veces puede brillar a través, incluso en una relación egoica. Sin embargo, si la rendición no continúa, se cubre de nuevo con los viejos patrones egoicos. Por lo tanto, no estoy diciendo que el verdadero amor profundo no se pueda presentar de vez en cuando, incluso en una relación normal de amor/odio. Pero es raro y por lo general de corta duración.

Siempre que aceptas lo que es, algo más profundo emerge en ese instante. Así, puedes quedar atrapado en el dilema más doloroso, externo o interno, en los sentimientos o situación más dolorosos, y en el momento en que aceptas lo que es, vas más allá de ellos, los trasciendes. Incluso si sientes odio, en el momento en que aceptas que esto es lo que sientes, lo trasciendes. Todavía puede estar ahí, pero de repente estás en un lugar más profundo donde nada de eso importa ya.

El universo fenoménico entero existe debido a la tensión entre los opuestos. Caliente y frío, crecimiento y decadencia, ganancia y pérdida, éxito y fracaso, las polaridades que forman parte de la existencia, y por supuesto parte de todas las relaciones.

Kim Eng: ¿Entonces es correcto decir que nunca podemos deshacernos de las polaridades?

Eckhart Tolle: No podemos deshacernos de las polaridades en el plano de la forma. Sin embargo, puedes trascender las polaridades a través de la rendición. Estás entonces en contacto con un lugar más profundo dentro de ti donde, por así decirlo, las polaridades ya no existen. Siguen existiendo en el plano externo. Sin embargo, incluso allí, algo cambia en la forma en que las polaridades se manifiestan en tu vida cuando estás en un estado de aceptación o renuncia. Las polaridades se manifiestan de una manera más benigna y suave.

Cuanto más inconsciente seas, más identificado estás con la forma. La esencia de la inconsciencia es la siguiente: la identificación con la forma, ya sea una forma externa (una situación, lugar, evento o experiencia), una forma de pensamiento o una emoción. Cuanto más apegado estás a la forma, menos rendido (entregado) estás, y más extrema, violenta o cruel es tu experiencia de las polaridades. Hay personas en este planeta que viven prácticamente en el infierno y en el mismo planeta hay otros que viven una vida relativamente pacífica. Los que están en paz interior aún experimentan las polaridades, pero de una forma mucho más benigna que la forma extrema en la que muchos humanos las experimentan todavía. Por lo tanto, la forma en que las polaridades se experimentan cambia. Las propias polaridades no se pueden eliminar, pero se puede decir, que el universo entero se vuelve algo más benevolente. Ya no es tan amenazante. El mundo ya no se percibe como hostil, que es como el ego lo percibe.

Kim Eng: Si el despertar o vivir una vida en un estado despierto no cambia el orden natural de las cosas, la dualidad, la tensión entre los opuestos, ¿qué significa vivir una vida en el estado despierto? ¿Afecta al mundo, o sólo la experiencia subjetiva que uno tiene del mundo?

Eckhart Tolle: Cuando vives en la rendición, algo viene a través de ti hacia el mundo de la dualidad que no es de este mundo.

Kim Eng: ¿Eso cambia realmente el mundo exterior?

Eckhart Tolle: Lo interno y lo externo son en última instancia uno. Cuando ya no percibes el mundo como hostil, ya no hay más miedo, y cuando no hay más miedo, piensas, hablas y actúas de manera diferente. El amor y la compasión surgen y afectan al mundo. Incluso si te encuentras en una situación de conflicto, hay una emanación de paz en las polaridades. Entonces, algo cambia. Hay algunos maestros o enseñanzas que dicen, nada cambia. Ese no es el caso. Algo muy importante sí que cambia. Aquello que está más allá de la forma brilla a través de la forma, lo eterno brilla a través de la forma en este mundo de la forma.

Kim Eng: ¿Es correcto decir que es tu falta de «reacción en contra», la aceptación de los opuestos de este mundo, lo que provoca cambios en la forma en que los opuestos se manifiestan?

Eckhart Tolle: Sí. Los opuestos seguirán ocurriendo, pero no se alimentan de ti nunca más. Lo que has dicho es un punto muy importante: la «falta de reacción» significa que las polaridades no se alimentan. Esto significa, que a menudo experimentas un colapso de las polaridades, tales como en situaciones de conflicto. Ninguna persona, ninguna situación se convierte en un «enemigo».

Kim Eng: Entonces, los opuestos, en vez de fortalecerse, se debilitan. Y tal vez así es como comienzan a disolverse.

Eckhart Tolle: Eso es correcto. Vivir así, es el comienzo del fin del mundo.

fuente:https://www.facebook.com/EspacioDePresencia

Encontrar en la autoexpresión la pasión y el propósito de la vida es el proceso de pasar por el fuego.

Por: Benjamin Malik

Querida, encuentra lo que amas y deja que te mate. Deja que consuma de ti tu todo. Deja que se adhiera a tu espalda y te agobie hasta la eventual nada. Deja que te mate, y deja que devore tus restos.
–Charles Bukowski
Los dos días más importantes de tu vida son: el día en que naces y el día que descubres para qué.
–Mark Twain 
El proceso de la evolución humana nos ha conducido a un alto sentido de la individualidad, y de este efecto correlacionado con nuestro desarrollo dentro de la cultura surge la necesidad de expresar esta individualidad. Cuando esta necesidad se ve frustrada por las condiciones de nuestra vida social (el estrés, la falta de idealidad, la apatía, la envidia, la flojera, etc.), que son efectos propicios dentro de una sociedad de masas, se desarrollan tendencias auto-destructivas. En estas condiciones, la necesidad de la autoexpresión adquiere formas distorsionadas y se transforma en una pelea por el éxito y el deseo de poder.
Poner énfasis en la autoexpresión agrega una nueva dimensión a nuestra biología ya que ésta íntimamente relacionada con nuestra supervivencia. En New Paths in Biology,  un estudio realizado por Adolph Portmann, señala que “hay innumerables ejemplos de cómo la autoconservación y la autoexpresión se combinan en un mismo y único órgano”. Habla de la laringe como ejemplo y hace referencia al acto de comer, hablar y cantar. La expresión individual no sólo exterioriza un sentimiento interno, sino que tiene funciones que amplifican nuestro nivel de existencia.
La psicología es la nueva dimensión que se agrega a la biología en cuanto al énfasis puesto en la significación de la autoexpresión. Lo que se expresa en el exterior refleja lo que sucede en el interior de un organismo. Alexander Lowen famoso psicoterapeuta y autor de La Experiencia del Placer explica que “La autoexpresión como aspecto manifiesto de la individualidad corresponde al autoconocimiento y a la autopercepción como aspectos internos o psíquicos de la existencia individual.” Pero este mundo interior no es exclusivamente un fenómeno mental. Citando de nuevo a Portmann “Nadie puede localizar el mundo interior, ya que aunque apreciemos la importancia central del cerebro, sabemos que la vida interior involucra al cuerpo en su totalidad.” Tal vez no tenemos un brillante plumaje como el de los pájaros o la majestuosidad de otros mamíferos, pero los hemos reemplazado por nuestros productos creativos: el arte, artesanías, ropa que usamos, edificios que construimos, cantos y bailes que son todas las manifestaciones de éste impulso básico.
Todos los productos creativos son necesariamente conscientes, y en consecuencia el ego juega un rol importante en la formulación y desarrollo de éste impulso, aunque su origen viene de una inspiración inconsciente y su objetivo es producirnos un sentimiento de satisfacción. Una persona que escribe un libro, por ejemplo, expresa su individualidad en este acto creativo, experimenta placer en la actividad y satisfacción con el resultado (a veces). “He escrito un libro” es la autoexpresión a nivel inconsciente y corporal que satisface sus necesidades más puras e intrínsecas. “Yo escribí un libro” es la autoexpresión a nivel del ego y sólo le brinda satisfacción al ego.
Absolutamente todos los proyectos que emprendemos brindan estas satisfacciones duales, una a nivel físico y otra a nivel del ego. La doble recompensa corresponde a la dualidad de nuestra naturaleza. Somos actores conscientes del teatro de la vida y en consecuencia conocemos nuestro rol como individuos, pero frecuentemente, ésta atuconsciencia nos impide ver que formamos parte del esquema de la naturaleza, ya que vivimos dentro de un cuerpo y la evolución y satisfacción de éste cuerpo depende de la armonía que tenemos con la naturaleza.
Cuando dejamos de observar ésta sincronía, nos volvemos más concientes del ego y terminamos por creer que todo lo que construya nuestro ego aumenta nuestro interés individual. Dado que somos seres autoconcientes con ego, no somos ajenos a la imagen que proyectamos. La imagen es importante porque es lo que nos representa, pero no es lo único que somos.
La autoexpresión a través de nuestra identificación con el ego nos hace sentir que formamos parte de la sociedad, que participamos integralmente dentro de ella y la hace parecer un sustituto pobre del objeto real, que es la autoexpresión a través de la creatividad. Todo acto consciente de autoexpresión aparentemente está incompleto si no provoca una respuesta social, de ahí uno de las grandes atracciones de las redes sociales. Una acción creativa que pasa inadvertida, generalmente produce un sentimiento de frustración. Aparentemente todos necesitamos alguna validación social de nuestra individualidad, sin este reconocimiento, es difícil mantener una “identidad”.
Pero nuestra identidad y nuestra autoconfianza sólo deben desdoblarse y proyectarse en la sociedad, no deberían ser configurados originalmente con una valor ajeno a nosotros.  Todo acto que tenga la intención de drenar nuestra dimensión creativa, debe ser  producido independientemente de su validación social, sólo de ésta forma puede producir el placer individual que buscamos en esa acción.
El fenómeno de la creatividad es una de las tecnologías que tenemos para transformar nuestro mundo, para imaginar nuevas posibilidades. El único lugar sagrado del cual tenemos evidencia empírica es el de nuestra “zona creativa”, el reactor de los productos extáticos de nuestra imaginación, que se manifiestan cuando el ego se encuentra en un estado de disolución. Esta zona con sus respectivos estados de flujo empiezan a ser estudiados por la neurociencia, han encontrado que al entrar en la zona se disminuye la actividad en el cortex prefrontal lateral, la parte del cerebro responsable por la autocrítica y la autocensura, y en este trance, empieza a desaparecer de nuestra atención conciente el protagonismo del ego para dejar fluir al torrente de la intuición creativa.
Es en nuestra “zona creativa” donde dejamos ir todas nuestra aprehensiones y nuestros apegos con los resultados de la obra, y nos concentramos tan sólo en la fluidez de su creación, entrando en el reino numinoso de la imaginación, de lo que se podría considerar una virtuosidad magistral. Es en ese espacio, en esa dimensión, donde el flujo creativo hace que los sueños se vuelven reales.
Un claro ejemplo de éste estado sincrónico lo menciona Elizabeth Gilbert en la anécdota de los bailes que se llevaban acabo hace siglos en los desiertos de África del Norte. La gente organizaba bailes sagrados con música a la luz de la luna que duraban hasta el amanecer. Los bailes eran hipnóticos debido a que los bailarines eran profesionales. Pero de vez en cuando, muy raramente, algo pasaba, y uno de estos interpretes se volvería trascendente. Era como si el tiempo se detuviera, y el bailarín pasara por una clase de portal y no estaba haciendo nada diferente de lo que había hecho las mil noches anteriores, pero de alguna manera, todo se alineaba. De repente, no parecía ser un simple humano. Estaba iluminado internamente por un ente divino. Y cuando esto pasaba, en esos tiempos, la gente reconocía el momento, y lo llamaban por su nombre. Juntaban sus manos y empezaban a cantar, “Allah, Allah, Allah”. Cuando los moros invadieron el sur de España, llevaron esta costumbre con ellos y con los siglos la pronunciación transmutó de “Allah, Allah, Allah” a “Olé, olé, olé,” que aún se escucha en plazas de toros, bailes flamencos y como motivo de asombro. Cada vez que alguien hace algo imposible, mágico, o milagroso, volvemos a utilizar ésta alabanza.
Se dice que el núcleo de la vida es nuestro propósito. Cada aspecto de nuestra cotidianidad, desde nuestra dieta hasta nuestra profesión, debería estar alineada con ése propósito si queremos actuar con congruencia y significado en el mundo. Tomar el camino de la autoexpresión como propósito nos ayuda, no sólo a escapar de la vida cíclica, sino a convertir cada momento en una oportunidad de expresión del mismo. Ya no sólo queremos ganar dinero, tener un gran puesto en una empresa o una excelente carrera. Queremos hacer algo importante, queremos cambiar paradigmas, queremos significado.
El significado es el nuevo lujo.
Pero al igual que cualquier otro lujo, idealizamos al significado. Desde chicos se nos repite que lo único que tenemos que hacer es encontrar “eso”, esa maldita cosa para la que nacimos, el famoso “Follow your bliss” de Joseph Campbell, y que una vez que lo encontremos, todo entrará en un estado de sincronía mágica.
Y aunque es posible que experimentemos con muchas ideas o actividades creativas, encontrar ese significado nunca será fácil. Es una tremenda subida a una montaña de lodo, que confronta nuestra lógica, nuestras ideas preestablecidas y nuestros sentidos, pero que amaremos incondicionalmente, porque no hay de otra.
Como bien dijo Bukowski: “Lo que más importa, es lo bien que puedas caminar a través del fuego.”
Encontrar en la autoexpresión la pasión y el propósito de la vida es el proceso de pasar por el fuego. No sólo despertamos un día siendo felices al hacer algo para siempre. Al igual que la muerte, es una transformación catártica que nos ayudará a trascender.
Con Info de:
-Alexander Lowen, La Experiencia del Placer
-Adolph Portmann, New Paths in Biology
-David Deida, El Camino del Hombre Superior

el ego en ti

Publicado: 3 noviembre, 2013 en Uncategorized
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ego en ti

La mente busca alimento incesantemente, y no sólo para el pensamiento; está buscando alimento para su identidad, para su sentido del yo. Así es como el ego (el yo separado) viene a la existencia y se recrea continuamente a sí mismo.
Cuando piensas o hablas sobre ti, cuando dices «yo», sueles referirte a «yo y mi historia». Éste es el «yo» de lo que te gusta y de lo que te disgusta, de tus miedos y deseos, el «yo» que nunca está satisfecho por mucho tiempo. Es un sentido de quien eres creado por la mente, condicionado por el pasado y que trata de encontrar su realización en el futuro.

¿Puedes ver que este «yo» es pasajero, que es una formación temporal, como una onda que recorre la superficie del agua? ¿Quién ve que esto es así? ¿Quién es consciente de que tus formas física y psicológica son pasajeras? Yo Soy. Éste es el «Yo» profundo que no tiene nada que ver con el pasado y el futuro.

¿Qué quedará de todos los temores y deseos asociados con tu problemática situación existencial, que consumen cada día la mayor parte de tu atención? Un guión de varios centímetros de largo entre la fecha de tu nacimiento y la fecha de tu muerte inscritas en tu lápida. Para el ego este es un pensamiento deprimente. Para ti es liberador.

Cuando cada pensamiento absorbe tu atención lentamente significa que te identificas con la voz que suena en tu cabeza. Entonces los pensamientos quedan investidos de un sentido de yo. Esto es el ego, el «yo» creado por la mente. Este yo fabricado por la mente se siente incompleto y precario. Por eso el temor y el deseo son sus emociones predominantes y sus fuerzas motivadoras. Cuando reconoces que hay una voz en tu cabeza que pretende ser tú y que nunca deja de hablar, estás saliendo de la identificación inconsciente con la corriente de pensamientos.

Cuando notas esa voz, te das cuenta de que tú no eres la voz —el pensador—, sino quien es consciente de ella. La libertad estriba en conocerte a ti mismo como la conciencia que está detrás de la voz.

El ego siempre está buscando. Busca añadirse algo más de esto o de lo otro para completarse. Esto explica su preocupación compulsiva por el futuro. Cuando te des cuenta de que estás viviendo «para el momento siguiente», ya has salido del patrón mental del ego, con lo que surge la posibilidad de elegir prestar toda tu atención a este momento. Prestando toda tu atención a este momento, una inteligencia mucho mayor que la inteligencia de la mente egótica entra en tu vida.

Cuando vives a través del ego, siempre reduces el momento presente a un medio para un fin. Vives para el futuro, y cuando consigues tus objetivos, no te satisfacen, o al menos no por mucho tiempo. Cuando prestas más atención a lo que haces que al resultado futuro que quieres conseguir con ello, rompes el viejo condicionamiento del ego. Entonces tu hacer no sólo es mucho más eficaz, sino infinitamente más alegre y satisfactorio.

Casi cada ego contiene algún elemento de lo que podríamos llamar «identidad de víctima». La imagen de víctimas que algunas personas tienen de sí mismas es tan fuerte que se convierte en el núcleo central de su ego. El resentimiento y los agravios forman parte esencial de su sentido del yo.

Aunque tus agravios estén completamente «justificados», te has construido una identidad de víctima que se parece mucho a una prisión cuyos barrotes están hechos de formas mentales. Mira lo que te estás haciendo a ti mismo o, más bien, lo que te está haciendo tu mente. Siente tu apego emocional por tu historia de víctima y date cuenta de la tendencia compulsiva a pensar o hablar de ella. Mantente presente como testigo de tu estado interno. No tienes que hacer nada. Con la conciencia vienen la transformación y la libertad.

Los hábitos mentales favoritos del ego, los que le fortalecen, son la queja y la reactividad. Buena parte de la actividad emocional-mental de muchas personas consiste en quejarse o reaccionar contra esto o lo otro. Ello hace que los demás, o la situación, estén «equivocados», mientras que tú «tienes razón». Teniendo razón te sientes superior, y sintiéndote superior fortaleces tu sentido del yo. En realidad sólo estás fortaleciendo la ilusión del ego.

¿Puedes observar estos hábitos dentro de ti mismo y reconocer tu quejumbrosa voz interior por lo que es?
El sentido del yo característico del ego necesita el conflicto porque su identidad separada se fortalece al luchar contra esto o lo otro, y al demostrar que esto soy «yo» y eso no soy «yo».

Es frecuente que tribus, naciones y religiones consigan fortalecer su sentido de identidad colectiva teniendo enemigos, ¿Quién sería el «creyente» sin el «infiel»?

En tus tratos con otras personas, ¿puedes detectar ligeros sentimientos de superioridad o inferioridad hacia ellas? Lo que estás viendo es el ego, que vive de la comparación. La envidia es un derivado del ego, que se siente disminuido cuando a otra persona le pasa algo bueno, o cuando alguien tiene más, sabe más o puede hacer más que tú. La identidad del ego depende de la comparación y siempre quiere más. Se agarra a cualquier cosa. Si todo lo demás fracasa, puedes fortalecer tu ficticio sentido del yo sintiéndote más maltratado por la vida o más enfermo que otras personas.

¿Cuáles son las historias, las ficciones de las que derivas tu sentido del yo?
La necesidad de oponerse, de resistirse y de excluir está incorporada a la estructura misma del ego ya que esto le permite mantener el sentido de separación del que depende su supervivencia. De modo que «yo» voy contra el «otro», «nosotros» contra «ellos».

El ego necesita estar en conflicto con alguien o algo. Eso explica por qué buscas la paz, la alegría y el amor, pero no puedes tolerarlos por mucho tiempo. Dices que quieres la felicidad, pero eres adicto a tu infelicidad.

En último término, la infelicidad no surge de las circunstancias de tu vida, sino del condicionamiento de tu mente.

¿Albergas sentimientos de culpa respecto a algo que hiciste – o dejaste de hacer- en el pasado? Lo cierto es que actuaste de acuerdo a tu nivel de conciencia, o más bien de inconsciencia, de aquel tiempo. Si hubieras estado más alerta, si hubieras sido más consciente, habrías actuado de otra manera. La culpa es otro intento del ego de crear una identidad, un sentido del yo. Al ego no le importa que el sentido del yo sea positivo o negativo. Lo que hiciste o dejaste de hacer fue una manifestación de inconsciencia, de la inconsciencia humana. El ego, no obstante, lo personaliza y dice: «Yo hice aquello», y así te creas una imagen mental de ti mismo como persona «mala».

A lo largo de la historia, los seres humanos han cometido incontables actos de agresión, crueldad y violencia hacia sus semejantes, y continúan realizándolos. ¿Son todos ellos condenables? ¿Son todos culpables? ¿O dichos actos son expresiones de la inconsciencia, de una etapa evolutiva que ahora estamos dejando atrás?.

Las palabras de Jesús: «Perdónales porque no saben lo que hacen», también son aplicables a ti.

Si con el fin de liberarte te marcas metas egóticas que te potencian o te hacen sentirte importante, aunque las consigas, no te sentirás satisfecho. Márcate metas, pero sabiendo que alcanzarlas no tienen la menor importancia. Cuando algo surge de la Presencia, significa que este instante no es un medio para un fin: la acción es satisfactoria por sí misma en cada momento. Ya no reduces el Ahora a un medio para un fin, que es lo que hace la conciencia del ego.

«Cuando el yo desaparece, desaparecen los problemas», dijo el maestro budista cuando le pidieron que explicara el significado profundo del budismo.

Eckhart Tolle.

resolver el conflicto

Publicado: 23 octubre, 2013 en Uncategorized
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Cuando tengas un conflicto
-me dijo una gran amiga-
no se lo des al ego para que lo resuelva.
Dáselo al alma.
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